Hola papi, dijo la niña, debemos irnos bebé, contesto su padre.
- ¿Qué tienes papi que te veo triste, estas cansado?
- Si mi niña, muy agotado, además de que hoy no ha sido un buen día en el trabajo, todo me ha salido mal, muy mal.
- No te preocupes papi, todo va a salir bien.
Su padre la miró y contempló lo hermosa que era su hija, y sonrió a darse cuenta que esa carita y esos ojitos eran el rayo de luz que desde el cielo iluminaban su vida. Tenía solo 4 años, pero podía mantener una conversación como un adulto, sobre todo si hablaba de su papi. Ella lo miraba a él mientras conducía y su agotamiento le resultaba penoso e incompresible.
- ¿Qué tienes papi? Volvió a preguntar la niña. Nada, es solo que estoy un poco cansado, volvió a contestarle su papi.
- ¿Puedo hacer algo para que sonrías y estés más feliz?
Sonrió su padre cuando la miro a los ojos.
- No tienes que hacer nada mi niña, con solo mirarte y verte sonreír soy feliz mi bebe.
- ¿Porque?
- Porque eres mi princesa, además porque te amo mucho, eres lo mejor que me ha pasado.
-Entonces porque estas triste papi?
Por un instante el padre respiro profundo y mientras miraba la carita de su ángel decidió hablar con ella con toda sinceridad, con una sonrisa que más que alegría reflejaba amor le dijo:
- Porque a veces necesito dinero para poder darte a ti la vida que mereces, y no lo tengo, la vida de los adultos a veces es complicada mi niña linda.
Miró inocentemente la niña a su padre y lo abrazó en medio del tráfico y mientras besaba a su padre reía a carcajadas cuando le decía:
- No seas tonto papi, yo no necesito dinero para ser feliz, yo también soy igual que tú, para ser feliz solo necesito escuchar tu voz y ver tu sonrisa.
Has tu lo mismo, ¡sonrie! que es posible que tu sonrisa haga feliz a los que te rodean y ella tenga el poder de cambiar la vida de quien quiera perderla.
El corazón alegre hermosea el rostro; más por el dolor del corazón el espíritu se abate.