Que desaliento sentimos cuando fallamos o cometimos un error, nuestro corazón deja de palpitar de manera normal, nuestros ojos se nublan y perdemos de vista nuestras metas.
En momentos así, solo queremos estar lejos, fuera del lugar donde caímos e irnos a donde nadie nos conozca y no existan preguntas como ¿porque? ¿Cuándo? ¿Cómo?. Podríamos incluso desear salir del mapa o decir por nuestra desdicha: “trágame tierra”.
Ahí es cuando nos echamos nosotros mismo al menos y pensamos que todo lo hacemos mal, que nada nos sale bien. Es justo ahí, cuando sentimos que todo se sale de control, donde la situación se nos va de las manos, donde sentimos que la vida no tiene sentido, y todo nuestro entorno se convierte en lo más despreciable.
Esto es como un pequeño y humilde barco que navega en la profunda y ancha mar, donde de repente se embravece y el débil barco queda expuesto a la desventura. Y el pequeño barco estaría pronto al naufragio porque las grandes olas les golpean y el viento le azota sin compasión alguna y lo lleva de un lugar a otro, provocando así que el barquito este pronto a hundirse a causa de la tanta agua que entra a él sin la forma de salir ileso y en cada momento el mas embravece mas y mas sin esperanza de calmarse. Y en la cuarta vigilia, es en ese momento donde las fuerzas y las energías se agotan al límite, donde los brazos se cansaron de remar y sacar agua.
Que sorprendente es todo esto, el barquito del cual hablamos seriamos nosotros, la gran mar enfurecida; el mundo de problemas, las grande olas; los gigantes que debemos enfrentar y el viento; los difíciles problemas y dificultades que nos trae la vida, pero sentimos como si nuestros esfuerzos no son lo suficiente para salir ilesos de nuestros problemas, notamos que mientras más hacemos o intentamos hacer, empeoramos las cosas y todo sale cada vez mas y mas mal entonces creemos que estamos solos.
Es ahí, donde nos equivocamos y en ese preciso momento es cuando Dios está más cerca en “la cuarta vigilia”, cuando se nos acaban las fuerzas, cuando se agotan las opciones, cuando verdadera y lamentablemente nos acordamos que Dios existe. Cuando no tenemos donde y a quien ir, ahí nos acordamos de Dios, que él quiere salvarnos.
Justo ahí es que el aparece, y no en un helicóptero salvavidas, mucho menos en una lancha de baywatch (guardianes de la bahía), la biblia dice:
“Mas a la cuarta vigilia de la noche, Jesús vino a ellos andando sobre el mar.” Mt. 14:25
Desde tiempos antiguos, los judíos habían acostumbrado dividir la noche en tres vigilias, pero bajo el gobierno romano habían adoptado el sistema de cuatro vigilias. La cuarta vigilia romana iba de las 3 hasta las 6 de la madrugada.
Ahora, en la cuarta vigilia de tu vida, cuando no tengas mas fuerzas, cuando no hay mas animo, y se agotan las energías, es el momento preciso para sí tener fe y sostenerte en la esperanza porque Jesús vendrá caminando sobre tus problemas (el agua).
Recuerda: la noche es mas oscura, justo en el momento antes de amanecer